
El Cielo de nuevo viste sus galas, y la Hermosa Luna vuelve a reflejar su luz para ponerse a tus pies. De nuevo se volverá a dar la paradoja de la bajada de la Virgen en el día en el que se celebra que fuiste asunta a los Cielos, donde te aman mejor.
Este año te veo diferente, no sé qué será, si el brillo de la plata de tu paso, o la elegancia del altar de novena, tal vez sean más mis ojos que otra cosa, o que tus camaristas han puesto más ganas e ilusión aun si cabe, aun así lo que si es cierto es que estas «puchra ut Lunae» (hermosa como la Luna), como te reflejan las fotos antiguas, como le cuentan las abuelas a sus nietos, como te vieron de niño nuestros padres, y como una vez más, podrá contar esta generación a la que le sigue.
Luna Hermosa, despiértanos de este sueño de esperanza, para poder dormirnos otra vez en tus brazos y bajo la protección de tu manto, no nos dejes, Señora nuestra, en este, nuestro valle lágrimas, intercede por nosotros, para que algún día podamos subir para acompañarte, en un 15 de Agosto eterno, en el que todos veremos cómo brilla en ti la Luz del mundo, ese Niño que vas mostrando a todos, el Divino Salvador, que es el que nos hace posible estar tu lado.
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